
Crisis climática y los riesgos de quedarnos sin agua
Con las tendencias actuales, para el año 2025, dos terceras partes de la población mundial vivirán en países con disponibilidad baja de recursos hídricos.
México, con una disponibilidad de 4 mil 94 metros cúbicos por habitante, ya se encuentra en el grupo de los países con disponibilidad baja.
En total, son más de veinte naciones las que obtienen más de la mitad de su agua de los países vecinos, a muchos debería corresponderles más de lo que reciben.
Suele pasarse por alto una de las intervenciones más importantes para evitar conflictos: garantizar el acceso adecuado y predecible al agua para el consumo humano y los usos agrícolas.
En muchos casos el descenso de la disponibilidad de agua se acentúa con el aumento de la población, la pobreza extrema, las divisiones étnicas y otras fisuras políticas que complican la resolución del problema.
Te recomendamos leer: La carne contamina más que el petróleo.
Hasta el momento su escasez es responsable de muchos conflictos en el interior de los propios países más que entre ellos, lo que también aumenta la probabilidad de conflictos transfronterizos.
Son muchos los problemas relacionados al agua. Los impactos sobre la sociedad global, y particularmente sobre los pobres, pueden ser devastadores.
Además del agotamiento de las aguas subterráneas y la explotación excesiva de los recursos fluviales esta su creciente contaminación; una fuente importante son los residuos humanos. En países en vías de desarrollo hay entre un 85-95 por ciento de vertidos de aguas fecales sin tratar en los ríos y aguas costeras, agua que en muchas ocasiones va a dar a nuestros platos.
Los más pobres de entre los pobres se encuentran en zonas con un promedio de disponibilidad de agua por persona muy bajo, alta variabilidad de precipitaciones, ausencia de regadío y baja capacidad de almacenamiento de agua.
Cuando no llueve, lo que sucede cada vez más con mayor frecuencia, los cultivos, el ganado y la gente se mueren.
Te recomendamos leer: Ártico, metano y como perdemos la batalla contra la crisis climática.
No se puede sobrevivir sin agua más allá de unos cuantos días. Sin agua para los cultivos, se agotan también los alimentos. Sin agua limpia, las enfermedades brotan, sobre todo las infecciosas que arrebatan la vida a millones todos los años.
Aunque hay grandes incógnitas acerca del alcance preciso de las consecuencias negativas de la crisis climática sobre los recursos hidrológicos, algunas cosas están muy claras.
En primer lugar, el aumento de las temperaturas intensificará los ciclos de evaporación y precipitación; las tierras áridas se volverán más áridas, las regiones húmedas más húmedas y mucho más propensas a inundaciones y otros fenómenos extremos.
Las regiones dependientes del deshielo anual y la fusión a largo plazo de glaciares dejarán de contar con el suministro garantizado de agua sufriendo grandes inundaciones seguidas de escasez extrema de agua.
Así, sin garantía de agua para los cultivos, el ganado y el consumo humano, los conflictos pueden estar a la vuelta de la esquina producen conflictos.