
El 22 de agosto, Fátima, una menor de edad de 15 años fue denunciada por personal administrativo del Hospital General de Temixco al Ministerio Público en el Estado de Morelos.
Sin supervisión ni acompañamiento, Fátima tomó la decisión de abortar con el uso de un fármaco. El resultado: complicaciones que pudieron acabar con su vida y que la llevaron a buscar atención médica urgente.
La historia de Fátima, así como la de muchas mujeres en México, está marcada por la violencia institucional en los centros de salud donde son atendidas. Sin respaldo, el colectivo feminista Red Violeta denunció que Fátima fue presionada para admitir el haberse realizado un aborto. Poniendo en riesgo su privacidad e integridad, medios de comunicación locales publicaron su nombre y domicilio completo.
A su corta edad, Fátima se enfrenta a un sinnúmero de prejuicios y estereotipos de género, los cuales jugaron un papel crucial en la manera en que las autoridades manejaron su caso.
Lamentablemente el caso de Fátima no es un evento aislado. La criminalización del aborto y la idea de que la maternidad es una obligación siguen afectando la forma de actuar de las instituciones públicas mexicanas, entre enero del 2007 y diciembre del 2017, 850 mujeres fueron denunciadas.
En su reporte “Maternidad o castigo, La criminalización del Aborto en México”, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) denuncia que en casos como el de Fátima se viola la presunción de inocencia y otros elementos fundamentales del debido proceso penal. Además, describen que la motivación principal de agentes ministeriales y judiciales es la estigmatización de las mujeres y la imposición de castigos ejemplares.
Sin embargo, la Constitución Mexicana es clara e inapelable: el interés superior de la niñez está por encima de cualquier ley. Es así, que la Fiscalía del Estado de Morelos decidió no iniciar un proceso judicial en su contra. Hoy más que nunca necesitamos de autoridades que se conduzcan con perspectiva de género y medios de comunicación responsables que dejen de lado los estereotipos discriminatorios de género.