
La pobreza no es sinónimo ni justificación para cometer delitos… pero la mayoría de los delitos -especialmente los violentos- sí se cometen por personas en precariedad y pobreza.
Hay que aprender a entender que significa lo anterior, pues es más complejo de lo que aparenta. La relación entre la pobreza y la delincuencia es sumamente compleja.
Va una vez más, porque seguro muchos -ya los conocemos- no van a entender el mensaje: la pobreza no hace a uno delincuente, pero condiciones precarias en la vivienda, violencia en la comunidad, exclusión social, abandono por parte de las autoridades y falta de un ingreso para subsistir son la receta perfecta para crear un semillero de delincuencia.
No hay que justificar ningún delito, pero hay que entender de fondo qué es lo que causa estos y su relación con la pobreza y marginación, si no seguiremos repitiendo el -falso- discurso de que la solución mágica a todos los problemas es «echarle ganas».
El especialista en seguridad Alejandro Hope lo explica muy bien en su columna del día de hoy: dos colonias con similares condiciones sociales (pobreza, marginación, exclusión) pueden ser radicalmente distintas en cuestión delictiva simplemente porque en una hay una escuela pública y en la otra no, porque en una hay áreas verdes e iluminación y en la otra no. Tan simple que una colonia cuente con agua o no puede ser la diferencia que en esta se presenten más o menos actos delictivos.
Así de complejo es el fenómeno de la delincuencia, no es una cuestión solo de ingreso, sino de las condiciones sociales en las que se viven, y hay que entender todas de fondo (educación, salud, movilidad social, movilidad urbana, exclusión, marginación, equipamiento urbano, etc, etc etc) si es que se le quiere dar una solución real a esta realidad.