
Vivir se volvió un lujo, sobrevivir es lo que hacemos.
Me despierto a las 5 de la mañana, tomó un baño, me arreglo y salgo de casa. Espero en la obscuridad un camión que me acerque al metro; mientras viajo en silencio con otra decena de personas solo voy rezando que a este transporte no le toque un asalto.
Soy millenial, la gran mayoría de mi generación vive al día. Tenemos trabajos inestables, pocas o ninguna prestación y de la pensión al jubilarse no hablemos porque no existe ¿Ahorrar? Ahorrar es un lujo, al igual que comprar medicina o atenderse en un hospital.
Vivimos con compañeros a los que cariñosamente apodamos roomies, las rentas absorben tal cantidad de dinero que solos no podemos. Vivir con nuestros padres no es cómodo, pero a veces la única salida.
El precio de las viviendas ha subido siete veces más rápido que lo que aumenta el salario, comprar una casa es algo que solo menos del 2% de los trabajadores puede hacer. Los pocos que han podido comprar una casa lo han hecho a las afueras de la ciudad, a horas de distancia de los centros laborales, para eso es lo que alcanza.
Somos una generación que no piensa en el futuro porque no sabe si exista alguno, y si existe, el panorama es muy sombrío. Nos escondemos en nuestros celulares y redes sociales para no pensar en ello.
No, no se protesta porque le subieron unos pesos al transporte público, se protesta porque estamos cansados de solo sobrevivir cuando lo que queremos es vivir.
*Texto escrito por alguien que tuvo la suerte de vivir en México y en Chile.